sábado, 22 de noviembre de 2014

De Puno (Peru) a La Paz (Bolivia)













Llegamos  a Puno  y como siempre, encontrar un hotel que nos guste  fue  todo un tema
Buscamos con el GPS,  con el celular, y después de dar vueltas por toda la ciudad,  llegamos nuevamente   
a la salida,  advirtiendo  que el hotel que buscábamos  hacía como 45 minutos estaba cerrado. Hoy es gracioso, 
en el momento la verdad que no, porque el cansancio, las ganas de darse una ducha y principalmente de comer 
algo rico, después de toda la jornada  es algo que se vuelve absolutamente prioritario. Cansados regresamos al 
centro a hospedarnos en uno de los hoteles que ya habíamos visto. 
Por primera y única vez, decidimos no movernos de ahí, comer  y descansar  para salir temprano a la mañana, 
camino a la Isla de los Uros. Con alguna desinteligencia en el equipo , - y eso que somos solo dos-  arrancamos
para el puerto de Puno. Nos subimos a una lanchita con un montón de adolescentes que estaban de viaje de 
egresados que iban sacándose fotos,  discutiendo por los lugares, escuchando música, y porque no también   
aplastándonos cada vez que se levantaban y sentaban… en fin, imaginan a que me refiero, y así anduvimos por 
alrededor de 40 minutos. Arribamos  a la Islas  y ya adelanto que si bien el paseo nos gustó,  hoy parecería haber
perdido la magia, pues  se ha transformado solo en algo turístico, abandonando  su  esencia. Eso, no quita lo que 
fué, dado que en algún momento  vivieron  allí una tribu descendiente de aquellas que  habitaban  el Amazonas,, 
construyendo para ello  islas artificiales -hay más de 60- y  barquitos en los que se trasladaban,  de unas a  otras, 
y todo eso con Totoras. Caminar por las islas es como hacerlo sobre algodones, te hundís un poco, pero es 
divertido..Hoy los descendientes que vimos,  han dejado sus costumbres tradicionales  y han pasado a vivir del 
turismo vendiendo  las  artesanías que ellos mismos hacen. ( o por lo menos eso parece) Luego de tres horas con
los Uros, emprendimos el regreso al puerto de Puno y de allí a Bolivia. La desinteligencia en el equipo aún duraba,
y  uno de sus integrantes - ya se imaginan quién fue-, decidió que mejor  dejaba de  hablar con el intercomunicador 
de los cascos. Eso hizo, que cada vez que quisiera decirle algo, le golpeara el casco, como si fuera una puerta de 
entrada,  lo que hacía que se enojara aún un poquito más.Casi me dejan en el aeropuerto de la La Paz por esa actitud… 
j aja j aja.-
Creo que si bien la visita que hicimos nos gustó, la sorpresa del día resulto sin dudas el paso fronterizo entre Perú y Bolivia. 
No tiene desperdicio, es  turismo autóctono. Cientos  de personas que van y vienen cargadas con lo que pueden  llevar en 
bicicletas o triciclos. Trasladan desde bolsas de  cebollas, papas, ropa, lo que  imaginen. También venden en ferias improvisadas 
a la orilla de cada país cualquier cosa. La entrada a Bolivia fue muy graciosa, el chico que nos  sello el papel de ingreso, ni nos miró
En cuanto a la moto  nos pidieron copias de la documentación –DNI , cédula verde etc- . Obvio que para eso, era necesario 
una fotocopiadora, para lo cual nos indicaron, que no había ninguna en el lugar. Se imaginan que nos largamos a reir…
Lo único por hacer, era regresar a Perú, en búsqueda de la ansiada copia.
A nadie le importó que saliéramos y entráramos. De hecho yo iba y venía sin problemas. Por suerte en la aduana Peruana, 
siempre uno encuentra  alguien con buena onda, y el policía que estaba ahí nos hizo el favor de hacernos la copia.
Cruzamos nuevamente el puente con la ansiada fotocopia, sello mediante, emprendimos el camino a La Paz.
Cuento aparte la entrada a La Paz. No solo no hay carteles que indiquen casi nada, sino que al intentar preguntar, 
más de a una persona nos miraban con cara de desconcierto total o como si habláramos otro idioma.
La llegada al centro de la ciudad, estuvo llena de sorpresas, no solo la gente camina por la calle, sino que la ciudad 
se encuentra repleta de pequeñas combis donde una persona que va en la puerta, grita  a viva voz,  el lugar donde se dirigen, 
frenan en el medio de la avenida, calle, etc   y las personas se suben. Pero cuando digo muchas, verdaderamente son muchas, 
a punto tal, que nos preguntábamos como se escuchaban o entendían a donde iba cada una.Bueno, después de una rato, aterrizamos 
en el centro, y creo que en tiempo record conseguimos un lindo hotel donde quedarnos. Eso sí, guardar a “la nena” no fue tarea sencilla 
porque la mayoría de los hoteles no poseen cocheras propias y las que había estaban cerradas por ser domingo.La noche no podíamos 
cerrarla sin recorrer un poco, así que visitamos la plaza central y subimos hasta el mirador,  donde puede verse la ciudad en 360 grados. 
Muy linda vista.
La revisión ortográfica finalizó.
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Alejar

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